- Sé paciente y constante, ofrece opciones variadas y disfruta el camino y verás que poco a poco no solo aceptarán más frutas y verduras, sino que aprenderán a disfrutarlas
Por la Mtra. Monserrat Rodríguez León, directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG)
Durante la infancia es muy común que los niños muestren rechazo por algún tipo de alimentos y puede estar sucediéndote con las frutas y verduras. Esta situación puede llegar a ser muy desesperante para los padres de familia o cuidadores de los niños que sienten que han probado de todo y nada funciona. Es por ello que hoy te tengo una buena noticia, ya que cada vez se conocen más estrategias amables y efectivas para aplicar y lograr la mejora en la aceptación de estos grupos de alimentos sin necesidad de convertir en pelea el momento de sentarse en la mesa.
Normalmente, puedes escuchar que los niños digan “no me gusta” cuando les ofreces algún alimento, pero tienes que saber que eso no significa que nunca lo aceptará. La ciencia dice que un alimento nuevo requiere de 8 a 15 exposiciones en diferentes momentos antes de que el niño decida probarlo, pero la repetición sin presión es lo importante. En lugar de obligar o negociar con premios, lo ideal es seguir ofreciendo el alimento en pequeñas porciones, atractivas, con buena actitud y dejar que el niño lo pruebe cuando esté listo para intentarlo.
Otra estrategia poderosa es el ejemplo. Los niños aprenden más por lo que ven que por estar insistiéndoles que coman verduras. Si constantemente conviven con adultos que comen y disfrutan las verduras y frutas, aprenderán por imitación, y tarde o temprano comenzarán a probarlas. Comer juntos en familia, sin distracciones con pantallas o discusiones, creará un ambiente positivo que favorecerá las decisiones alimentarias.
Involucrar a los niños en la cocina o en la selección de los alimentos también puede marcar la diferencia. Ir al supermercado con ellos y permitirles elegir una fruta o verdura nueva y después realizar preparaciones juntos convierte el acto de comer en una experiencia divertida y de aprendizaje. La intención es que participen en tareas simples como lavar, mezclar o servir.
Ofrecer platos coloridos y atractivos visualmente tienen altas probabilidades de llamar más la atención de los niños. Utilizar cortadores de figuras para las verduras puede convertirlo en algo divertido, además como estrategia puedes acompañarlos con alguna salsa saludable para combinar con alimentos que el niño acepta constantemente. Las brochetas de frutas, los licuados con verduras como betabel o espinaca no dan sabor, pero sí colores interesantes y todas son opciones hechas con ingredientes naturales que les encantan a los pequeños.
Recuerda tener variedad y si algo funciona, evita repetirlo todos los días, no todos los niños tienen el mismo paladar. Si no le gusta la zanahoria cocida, tal vez sí la acepte rallada o dentro de una ensalada o en un muffin casero. Probar diferentes métodos de preparación permite encontrar combinaciones más agradables para ellos.
Es importante evitar etiquetar a los niños como “malos para comer”, ya que llamarlos así o con el término “picky eaters” hará que ellos no quieran probar nuevos alimentos o tener variedad en su alimentación. En cambio, enfócate en celebrar los pequeños avances, ya sea si al menos intentaron tocar texturas que antes no hacían o si se atrevieron a oler algún alimento nuevo, es decir, permíteles interactuar con todos los sentidos, aunque no logren comerlo, recuerda que es cuestión de paciencia y todo es parte del proceso.
Recuerda enseñar a comer saludable no se logra en un día, pero cada esfuerzo suma. Sé paciente y constante, ofrece opciones variadas y disfruta el camino y verás que poco a poco tus hijos no solo aceptarán más frutas y verduras, sino que aprenderán a disfrutarlas.
Comer bien no se trata solo de nutrición, sino también de compartir buenos momentos en familia y sembrar buenos hábitos que duren para toda la vida.
smonserrat.rodriguez@edu.uag.mx