- Desde un bistec hasta una manzana, cada alimento que consumes necesita miles de litros de agua para producirse. Así que, aunque cierres la llave mientras te cepillas los dientes, podrías estar contribuyendo, sin saberlo, a la crisis hídrica.
- El 86% de la huella hídrica de un mexicano proviene de los alimentos y bebidas que consume, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
- Para Somos PURA comer también puede ser un acto de sostenibilidad, por ello propone 5 acciones que pueden reducir significativamente, el impacto de tu menú en el consumo de agua.
Para llegar a tu plato, una hamburguesa puede gastar más de 2 mil litros de agua. Lo que comemos tiene un impacto directo, y muchas veces invisible, en el consumo de este recurso. Desde los tacos al pastor hasta la milanesa con papas, cada alimento implica un gasto hídrico que la mayoría desconoce, pero que contribuye silenciosamente a la crisis de abastecimiento que ya afecta a millones.
Para dimensionar esta realidad, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el riego necesario para la ganadería consume hasta el 70% del agua que se extrae de los ríos y de las reservas subterráneas, mientras que el 20% va para la industria y apenas el 10% para uso doméstico.
“La carne, los lácteos, las verduras y las frutas que consumimos tienen un costo hídrico que rara vez vemos, pero que siempre pagamos. Cada alimento es el resultado de un sistema de producción que exige enormes cantidades de agua ¿No deberíamos, entonces, empezar a comer también con conciencia hídrica?”, cuestiona Lucas Barrionuevo, Cofundador de Somos PURA, empresa especializada en purificación de agua.
Los números son sorprendentes. Para producir un kilogramo de carne de res se necesitan 15,400 litros de este líquido vital, mientras que las verduras requieren aproximadamente 322 litros por kilogramo. Además, el 86% de la huella hídrica de un mexicano proviene de productos alimenticios y bebidas, según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
En palabras de Leandro Barrionuevo, también Cofundador de Somos Pura, “esta información nos obliga a replantear el impacto de nuestras decisiones cotidianas. No basta con acortar el tiempo en la regadera, juntar agua de lluvia para regar las plantas o lavar la ropa con cargas completas. Lo que ponemos en el plato también importa. Porque más allá del sabor o el precio, cada alimento representa litros de un recurso vital que hoy está en crisis”.
Somos PURA propone cinco acciones concretas para reducir significativamente el consumo de agua asociado a tu alimentación diaria. Los cálculos incluidos en los ejemplos, fueron realizados con la herramienta de Water Footprint Calculator.
- Reduce el consumo de carne y lácteos: Cambiar una porción de carne de res por pollo puede ahorrar más de 11,000 litros de este líquido por kilogramo.
- Aumenta el consumo de frutas y verduras: Sustituir proteínas animales por vegetales no solo beneficia tu salud, sino que reduce el consumo de agua hasta 30 veces.
- Elimina el desperdicio de comida: Planificar las compras, almacenar correctamente los productos y aprovechar sobras puede disminuir tu huella hídrica. Tirar a la basura una porción de jamón significa el desperdicio de aproximadamente 500 litros de este recurso.
- Elige productos locales y de temporada: Los alimentos que viajan largas distancias o se producen fuera de temporada requieren más recursos hídricos para su conservación y transporte. Por ejemplo, comprar fresas en diciembre requiere 300% más agua que hacerlo en su temporada natural de primavera.
- Prioriza la calidad sobre la cantidad: Priorizar la calidad sobre la cantidad puede resultar en un consumo menor de agua y una mejor nutrición. Esta acción ocasiona el ahorro semanal de al menos 5 mil litros.
Finalmente, el taco al pastor, un clásico, consume alrededor de 851 litros de agua por porción, sumando el gasto por ración de carne, maíz y piña. Como una sola pieza suele llevar más de una ración de estos ingredientes, el consumo real de agua puede ser aún mayor. ¿Qué harás ahora que sabes el impacto detrás de tu antojo?