Avances en la ciencia, la arqueología y el análisis de textos antiguos respaldan la existencia histórica de Jesucristo y muchos de los personajes y lugares citados en los Evangelios. Estudios como los del Dr. Peter Williamson proponen analizar documentos como si fueran testimonios en un juicio, y diversas fuentes históricas fuera de la Biblia confirman la figura de Jesús.
Entre ellas, destacan los escritos de Flavio Josefo, quien describe a Jesús como “hacedor de maravillas”, y el historiador romano Tácito, quien menciona su ejecución bajo Poncio Pilato. También se citan a Plinio el Joven y Suetonio, cuyas obras suman evidencia no cristiana.
La arqueología ha encontrado lugares y objetos mencionados en los Evangelios: la piscina de Siloé, la piscina de Bethesda, el Pretorio (residencia de Pilato), y tumbas atribuidas a personajes como Caifás y Anás. Incluso se hallaron monedas, inscripciones y un anillo con el nombre de Pilato.
Otro hallazgo relevante es la Inscripción de Nazaret, un decreto romano que prohíbe, bajo pena de muerte, robar cuerpos de ciertas tumbas, interpretado por algunos como reacción a la Resurrección de Jesús.
La figura de Santa Elena, madre del emperador Constantino, fue clave en la identificación de sitios santos como el Santo Sepulcro, donde la tradición ubica la tumba y resurrección de Jesús.
En conjunto, estos descubrimientos fortalecen la veracidad histórica del relato evangélico y nos invitan a reflexionar sobre el mensaje y el propósito de la vida de Cristo, así como su impacto en la humanidad.