De 1992 al 2024 he tenido la oportunidad de ver desfilar a más de 10 alcaldes en Los Cabos y tal como lo describe Miguel Alemán Velasco en su libro “Si el Águila Hablara”, cada uno de los gobernantes sufren de una serie de síndromes y en su etapa final terminan en la orfandad.
Así, mientras en la plaza Mijares Christian Agúndez tomaba protesta como presidente municipal ante cientos de hombres y mujeres, en el aeropuerto internacional se le veía en total orfandad al profesor Óscar Leggs Castro.
Tal como lo dice el autor del libro, a través de su personaje principal “el ingeniero Tierritas”, Leggs concluye con el “Síndrome del Tehuacán” … sin gas y en la soledad.
Inicia una nueva administración y según “el ingeniero tierritas” el alcalde enfrentará, de entrada, el “Síndrome de los Santos Reyes o de Santa Claus”, donde “todo lo quiere resolver personalmente, contestar todas las peticiones, dar solución a todos los problemas”.
Después vendrá el “Síndrome del Coordinador”, cuando agrupa, delega y reorganiza lo que está seguro es conveniente”.
A mediados de su Gobierno llegará el “Síndrome del Mesías”, “todo funciona, él es el que esperaba Los Cabos, ahora si el municipio va a cambiar para ser la gran potencia turística”.
También va a vivir el “Síndrome del Harun Al Raschid”, “donde encuentra su Scherezada y vive sus mil y una noche”.
Le va a seguir el “Síndrome de Iván El Terrible”, “cuando no cree ni tiene confianza en nadie, ni siquiera en su circulo más cercano y ve con gran desesperación que el tiempo y, lo que es peor, sus esperanzas de trascender se esfuman.
Como penúltimo síndrome llega el del Premio Nobel, “los cabeños no han sabido apreciarlo, pero el mundo sabrá reconocer sus méritos”.
Y al igual que el profesor Leggs, podría acabar en el síndrome del Tehuacán…sin gas y en la orfandad.
Christian Agúndez tendrá la última palabra del cómo quiere terminar.
